Casa Prado: La magia del Patrimonio Histórico en Medellín

Mariana Durán Franco
6 min readApr 16, 2018

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En Prado Centro se encuentra una de las casas más emblemáticas para la ciudad de Medellín. Su historia comienza con la burguesía antioqueña de los años treinta y perdura su esencia arquitectónica, que genera un espacio que a pesar de sus grandes problemáticas sociales, fomenta por medio del amor al centro y la magia que lo envuelve, la cultura ciudadana.

Un amarillo de temporada invade los andenes de Prado, los guayacanes han florecido y ahora adornan el único barrio que es patrimonio urbano en Medellín. Sus calles son largas y llenas de colores, balcones y antejardines de las casonas que en sus grandes portones, se encuentran las aldabas más extravagantes: desde leones, hasta diablos. En el cruce de Palacé con Belalcázar, entre murallas y una reja antiquísima, existe la mansión ahora conocida como Casa Prado.

Tiene numerosos ventanales en arco hechos en madera caoba que combinan perfectamente con el amarillo ligero de sus paredes, casi como un sueño. Sueño de Juan de la Cruz Posada quien además de construir el primer acueducto de Medellín, volvió su casa de ensueño una realidad en 1930. “Fue el primer propietario y luego se la vendió a Ricardo Mejía Ángel, quien vivió en la época más gloriosa del barrio”, afirma Adriana Sánchez, actual propietaria de Casa Prado.

Casi cuatro décadas duró la época memorable del barrio, donde comenzó a asentarse la nueva clase alta de la sociedad medellinense que venía, junto con el país, en un periodo de desarrollo acelerado en todos los aspectos, además por el poder económico que los comerciantes y los jefes industriales van adquiriendo al formar parte de dicha clase social ya establecida por familias tradicionales.

Adriana cuenta que Ricardo Mejía se la vendió a la familia Restrepo Santamaría, quienes en 2005 se la vendieron a ella, especialmente por la gran pasión que tiene por la arquitectura de época, tomando como referente lo sucedido con la ciudad de Cartagena, puesto que ésta, tenía bastantes casas antiguas, que fueron abandonadas y finalmente las personas comenzaron a apropiarse de ellas y a rescatarlas, para hacer de La Heroica, una gran ciudad.

Adriana, con el deseo de contribuir a la grandeza de Medellín, estuvo motivada a adquirir Casa Prado porque vio una relación entre su potencial comercial y la conservación del patrimonio histórico de la ciudad. Hace doce años lleva la moda, el arte y la cultura a Casa Prado con eventos durante todo el año como galerías fotográficas, bazares de moda, exposiciones de pintura y en especial el Atardecer de Solle, evento que se realiza el primer miércoles de cada mes, con muestras artísticas de todo tipo.

Para el Atardecer y otros eventos, siempre está presente Nelson Alberto Gómez, más conocido como Albert, que con su basta estatura y sus blancos cabellos, siempre se encuentra con una sonrisa para recibir a cualquier persona que visite Casa Prado. Es un apasionado por la cultura y tiene gran sentido de pertenencia por Prado Centro, donde vive hace 21 años. Así fue como dio con Casa Prado, donde se desempeña como conserje hace siete años.

“Casa Prado funciona como espacio para la actividad cultural, espacio que es importante generar en Prado Centro para que no dejemos morir el lugar. Al contrario, estamos en proceso de recuperación”, explica Albert, con su boina y un libro sobre Kafka en la mano.

Al entrar en Casa Prado un día soleado, con los maniquíes en una baranda del color de las nubes y el sonido de jazz de los años veinte, es inevitable sentir sólo con su esencia, que estás en una época en la que ni siquiera has vivido. Una vez inmerso en esta gran fachada, repleta de espejos que reflejan obras de arte, te das cuenta que estás en un ambiente para compartir, donde la creatividad fluye con facilidad y las personas tienen la oportunidad de expresarse libremente.

Este espacio que parece estar atrapado en el tiempo, ha intentado además de fomentar la cultura y el arte, lograr que la zona en la que se encuentra, vuelva a surgir como uno de los lugares donde la clase alta de Medellín puede asentarse y compartir cultural y gastronómicamente, sumándose a la lista sectores privilegiados de la ciudad donde actualmente están El Poblado y Laureles.

Esto ha fracasado dado que, en los últimos años la seguridad de Prado ha sido fuertemente afectada por la delincuencia y la gran cantidad de habitantes de calle, principalmente.

“Robos de carros y motos, atracos, venta y consumo de estupefacientes y amenazas contra líderes sociales, son los delitos que se cometen en el barrio Prado Centro”, denunció Luis Fernando Pérez, integrante del Comité de Seguridad de la Junta de Acción Comunal del sector en una entrevista realizada por El Mundo.

A pesar de que este sector del centro de la ciudad esté libre de fronteras invisibles, es un corredor para que pasen los habitantes del nororiente de la ciudad y toda persona que quiera cometer un delito, asegura Pérez, argumentando que en esta zona de la ciudad, el mayor delito que se comete es el hurto.

El fracaso en los esfuerzos de la comunidad para restablecer la seguridad en la zona, no ha impedido que Casa Prado siga luchando por mantener su esencia y continuar fomentando el amor por el centro. Nicolás Saldarriaga, Ejecutivo Comercial de Casa Prado, comenta que los habitantes de Medellín todavía no han abierto los ojos y por eso no se dan cuenta del valor tan importante que existe en Prado Centro, que además de tener una arquitectura “hermosísima”, considera que el barrio debería ser un atractivo turístico que ayude a la comunidad a mejorar la economía del sector.

Propuestas como la de Nicolás se han visto tratadas varias veces en el Concejo de Medellín para la intervención que tendría el barrio en el 2018. Antes de finalizar este año, la Agencia Público Privada (APP), deberá entregar un plan de recuperación que envuelva las problemáticas sociales, el sostenimiento y el desarrollo que tendrá Prado.

“Hay que aprovechar para recuperar este sector y volverlo un destino. La APP es la encargada de diseñar un plan para poder intervenir allá, revisando, claro, las reglas patrimoniales: qué inmuebles se pueden intervenir y cuáles no”, aseguró Jaime Mejía, concejal de Medellín para una entrevista de El Mundo.

La conservación de las casonas es uno de los motivos por el cual los propietarios se han marchado del sector, ya que al ser casas tan grandes el costo de mantenimiento que requiere cada una es elevado. Por eso, en la ciudad se lleva a cabo por parte de la Alcaldía de Medellín, el no pago del impuesto predial a los dueños de los lugares que son patrimonio histórico, para así destinar estos recursos en su conservación.

Casa Prado en sus 87 años, ha tenido leves remodelaciones de conservación que no han alterado su esencia arquitectónica. Nicolás Saldarriaga cuenta que en uno de estos reparos, la mano de obra realizó un hueco en una pared debido a una humedad y se encontraron con unos periódicos de la década de los 40, que sorpresivamente, la fecha de estos coincidía con el día en el que fueron encontrados.

Adriana Sánchez asegura que la casa está llena historias y anécdotas para seguir sorprendiendo a las personas que la visitan, sin importar el pasar de los años.

Existen muchas anécdotas como esta, que demuestran la magia que de una manera u otra, envuelven a Casa Prado. La mansión le abre las grandes puertas a la ciudadanía, para que hagan parte de la nueva etapa del centro de la ciudad y que Medellín se de cuenta que tiene, en el centro, un gran atractivo que debe apreciar.

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